En los tres días que durará la cumbre contra el hambre, morirán 51.000 niños de inanición, al orden de uno cada seis segundos. 6, 5, 4, 3, 2, 1…
Lo que habría de ser una reunión de urgencia (un ultimátum, un gabinete de crisis a nivel internacional) no pasará de ser una exposición de buenas intenciones y de citas recurrentes a la Declaración Universal (¿¿universal??) de los Derechos Humanos. La de la igual dignididad de la persona, aquella que dice que todos nacemos con los mismos derechos, que todos tenemos derecho a la salud y a un nivel de bienestar que nos garantice la alimentación, el vestido, la asistencia médica… Esa declaración que sigue siendo palabras 50 años después de su redacción.
Los hoteles de cuatro y cinco estrellas de Roma (ciudad donde se celebra el simposio) están de bote en bote con la presencia de asesores, delegados y portavoces… y eso que para escuchar el grito desesperado de la FAO apenas se han acercado un puñado de jefes de Estado y de Gobierno. Este hecho evidencia la importancia residual que se concede a las políticas de desarrollo, la pétrea e inconcebible indiferencia que para la gran mayoría de los poderosos tienen los desheredados de la Tierra. La propia anfitriona de la reunión, Italia, ha recortado en un 50% la dotación presupuestaria para la solidaridad internacional.
La FAO pide 44.000 millones de dólares anuales (o lo que es lo mismo: la mitad de lo que ha destinado el primer mundo a salvar bancos o una décima parte de lo que sacan cada año los especuladores de la Bolsa en concepto de bonus). Actualmente, la FAO recibe unos insuficientes 7.900 millones de euros para combatir el hambre en el mundo. Presupuesto que además peligra por la situación de crisis.
En definitiva, que se tolera que un tercio de la humanidad se muera literalmente de hambre, del mismo modo que se tolera que un caballero del BBVA se jubile con 55 años contando con una pensión de más de cuatro millones de euros anuales.
Con el estómago lleno de promesas... Así se quedará el tercer mundo tras este nuevo encuentro de líderes mundiales.
Otro fracaso para la comunidad internacional, otro fracaso de la especie humana. Resulta que cumplir con los Objetivos del Milenio q(ue los propios países se pusieron) no es una prioridad. Resulta que esos niños famélicos que nos miran desde el telediario, nunca serán una prioridad. Cientos de horas de telediarios, miles de páginas de prensa debatiendo acerca del derecho de una mujer sobre aquellos qeu aún no han nacido... en cambio, a éstos, a los ya nacidos, se les deja morir de hambre. Curioso mundo éste. Curiosa mentalidad la de las personas qeu aquí habitamos.
¿Qué parte de responsabilidad tiene ese sistema económico que queremos salvar de sí mismo (sin transformarlo), en la deseperada situación de mil millones de personas? ¿Seguro que no tiene ésto algo que ver con que el 2% de la población mundial posea la mitad de la riqueza internacional? ¿Cuál es la consecuencia de que una multinacional cualquiera tenga en su cuenta suiza un saldo superior al PIB de varios países africanos? ¿Acaso la boyancia de unos no proviene de la miseria de otros?
Que cada cual reflexione sobre estas preguntas y dé sus respuestas. Los líderes no han sido capaces de ello, o no han querido hacerlo. Al parecer, hay otras prioridades mucho más vitales que la propia vida de uno de cada tres habitantes de este planeta.
Modificado a partir de un texto de Gines Saúl.
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